Al egresar del centro universitario de la costa en Puerto Vallarta Jalisco, recibí una invitación para trabajar en el colegio de bachilleres, en ese momento acepte sin dudarlo sin saber cómo sería mi primer día de clase.
Entrar a un aula con 60 alumnos para impartir la asignatura de informática I en un plantel en pleno crecimiento fue un verdadero reto, ya que no se contaba con un laboratorio de cómputo apropiado a las necesidades de los grupos. Sin embargo a pesar de todos los inconvenientes al término del semestre sentí una satisfacción por los resultados logrados, el haber podido transferir los conocimientos de mi asignatura, el trabajar con jóvenes, escucharlos establecer un vinculo el cual trasciende mas allá del aula. Fue en ese momento donde descubrí mi vocación como docente.